El director español, figura del Festival: ´presentó en calidad de avant premiere su última película, "La sociedad de la nieve", recibió el Premio Astor a la Trayectoria y protagonizó la primera "Charla con Maestros" de esta edición.
“El cine me ha servido para entender la vida y para poder defenderme. Tiene gracia, a partir de una mentira, enfrentarte a la vida. Creo que por eso me gusta mucho mezclar realidad y ficción. Eso está muy presente en mi cine y también cómo se cuenta el relato”, definió el cineasta Juan Antonio Bayona, “J. A” (o Jota), como le dicen sus productoras, los actores que lo acompañan, quienes más lo conocen.
El director, figura de la presente edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, presentó en este marco su última película “La sociedad de la nieve”, en calidad de pre-estreno, recibió el premio Astor a la trayectoria y brindó la primera de las tres charlas con maestros.
El director español estuvo acompañado, en la conferencia, por los actores Enzo Vogrincic (que interpreta a Numa Turcatti), Agustín Pardella (en el papel de Nando Parrado), Matías Recalt (como Roberto Canessa) y las productoras Belén Atienza y Sandra Hermida.
En tanto la premiere y la charla con maestros, estuvo acompañada por la embajadora de España en Argentina, María Jesús Alonso.
La fuerza de la naturaleza y su impacto en la emocionalidad de las personas es un tema recurrente en la filmografía de Bayona y determinante en “La sociedad de la nieve”, que tras la única proyección del domingo en Mar del Plata, se estrenará en cines de Argentina el 16 de diciembre y en Netflix, la plataforma que la financió, el 4 de enero.
“Era muy importante que esta película se contara de una manera correcta, en su idioma, con los actores locales y con este nivel de ambición que tuvo” indicó en charla con la prensa el director que llamó la atención con El orfanato (2007) y dirigió también Lo imposible (2012), Un monstruo viene a verme (2016) y Jurassic World: el reino caído (2018).
La sociedad de la nieve cuenta la historia del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya que, en octubre de 1972, se estrelló en la Cordillera de los Andes mientras llevaba a Chile a un joven equipo de rugbiers uruguayos.
Si bien el proyecto comenzó a concretarse hace 2 años, en realidad Bayona estuvo 10 años intentando llevar adelante el filme.
“Lamentablemente las películas en español tienen un techo. Hemos estado 10 años para poder filmar la película y finalmente ha sido Netflix quien lo ha posibilitado, con el compromiso de que esté presente en cines. Si algo puedo decir de esta película es que es una rareza que exista. El mercado no acepta ese tipo de películas y entre todos tenemos que cambiar eso” analizó.
Todo el proceso de pre-producción, casting, ensayos y rodaje, fue en plena pandemia. En las famosas “burbujas” y enfrentando desafíos climáticos, dado que muchas escenas fueron grabadas cerca o en sitios muy parecidos al de la tragedia.
En cuanto a cómo contarla, Bayona enfatizó que “fue difícil la decisión de encontrar el punto de vista, pero determinante. Nunca se había contado esa historia desde los muertos”. La decisión fue hacerlo desde Numa. “Nos emocionó mucho la historia porque es el último que fallece y se queda en la orilla. Es un personaje muy rico, muy interesante”.
Bayona también entendió ese punto de vista como “una historia donde uno se da al otro, donde realmente se da el cuerpo, el alma y el espíritu. Me pareció importante una estructura donde el público también supiera eso y darle paso a vivir la historia a partir de otras personas, que es lo que hacían los muertos”.
Pero en “La sociedad de la nieve” ninguno de los personajes roba protagonismo al otro. Cada uno tiene su momento, para contar una historia “universal”.
“La historia tiene que ser una excusa para contar algo más. Puede ser muy importante, como en este caso, pero tiene que trascender la anécdota, lograr que el público se implique, que se pregunte qué hay de mí en esto, saber cómo reaccionarían en una situación así. Numa fue perfecto para eso, aceptar tu sombra, plantearse cosas más filosóficas. Esa idea de tener que reinventarse, tener que cortar con los lazos que vienen de casa”.
Porque tanto esta producción, como otras del director “están cruzadas por la idea de la madurez como un proceso doloroso. Salir del lugar de infante, la incapacidad de aceptar la vida adulta en El orfanato. En Lo imposible, Tom Holland tiene que vivir una situación que no esperaba, intenta hacer lo que le piden y en este caso, el personaje intenta hacer las cosas como le enseñaron en casa y no aplica en la montaña, entonces se desarma el personaje. “Es una historia de superación, de personajes que se ven obligados a ser mayores de golpe”.
“La sociedad de la nieve”
Los actores que acompañaron a Bayona destacaron la labor de la producción, del director, y el desafío personal de entender y contar una historia que es la de la inminencia de la muerte y las decisiones que tomaron los personajes. “Estar en ese ambiente, en ese entorno en el que se congelaba el agua adentro de la carpa, con el viento, estábamos freezados. Entendés que estaban ahí y tenían que mantenerse con vida y con ganas de vivir” contó Vogrincic.
“Nosotros tuvimos la oportunidad de estar grabando el desenlace de la historia y la caminata de vuelta en la parte chilena de la Cordillera de los Andes y te sentís muy chiquito en la Cordillera. No sos nada” apuntó Agustín Pardella.
“Es muy imponente, tiene algo muy místico estar ahí y terminas de entender la historia, que es demasiado épico lo que vivieron estas personas” agregó Matías Recalt.
La pandemia generó desafíos, pero a la vez, terminó siendo funcional a la producción, porque en ese aislamiento, los actores pasaron mucho tiempo juntos, sin contacto con otras personas, lejos de sus casas, se conocieron, forjaron vínculos fuertes que se intensificaron con los ensayos y rodaje -durante el cual debieron perder mucho peso-. “Fue importante para ensamblar al grupo, porque veníamos de lugares muy distintos y forjamos una conexión, una amistad muy potente” destacaron.
Las productoras, por su parte, apuntaron sobre los desafíos técnicos de filmar en condiciones extremas, “parar por una nevada naranja por polvo que venía de África, grabar de espaldas y con dobles cuando muchos estuvieron con Covid a la vez, con Jota dirigiendo aislado, con retos logísticos como desplazar a más de 300 personas, montar fuselajes, hasta el trabajo con los actores sobre sus propios cuerpos”.
“Es un proceso con el que estuvimos 10 años, éramos más jovenes, pero Jota se convirtió en un director aún más ambicioso, y lo que hicimos fue gigantesco, un viaje increíble” concluyeron.